En 1984 se caracterizó y clonó la estructura del gene del factor VIII. Gracias a esto, una década más tarde el factor VIII recombinante (diseñado genéticamente) se encontraba disponible. La disponibilidad de productos seguros ha estimulado el crecimiento del tratamiento profiláctico, aunque debe subrayarse que este concepto ciertamente no es novedoso y fue desarrollado por la profesora Inga Marie Nilsson en Suecia, durante los años 50. El ritmo de los avances lleva buen paso y la terapia genética constituye una meta realista. No obstante, no debemos olvidar que muchas personas en todo el mundo todavía no reciben tratamiento alguno. Tal vez la situación actual pueda describirse parafraseando a Sir Winston Churchill: este no es el final de nuestra lucha para conquistar la hemofilia y ni siquiera es el principio del final. Sin embargo, por lo menos podemos decir que este es el final del principio de nuestra campaña.
Fuente: Federación Mundial De Hemofilia
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